Crisis de 1997

               En las tres décadas anteriores a la crisis financiera de Asia, los países de este continente denominados como los dragones asiáticos registraron una excelentísima evolución económica: se produjo una aceleración del crecimiento, se redujo la inflación, se gozaba de una estabilidad macroeconómica y de una sólida situación fiscal, existían unas altas tasas de ahorro, y se contaba además con unas economías abiertas y unos sectores de exportación magníficos. Dadas todas estas características beneficiosas, era muy improbable la aparición de una crisis económica en esta zona del mundo. Sin embargo, tras haberse producido, las causas parecen más que justificadas. Es más, en el estudio de esta crisis económica, existe un gran consenso refiriéndose a los motivos que la propiciaron, a diferencia de lo ocurre con las soluciones puestas ante ella para solventar los daños provocados.

              La crisis asiática de 1997 empezó en Tailandia. En este país, se produjo una devaluación de la moneda, el baht, a causa de una brusca caída de la tasa de crecimiento del Producto Interior Bruto, el cual descendió del 5,9% al 1,7% en solo un año. Esta crisis tailandesa dio lugar a un efecto dominó prácticamente imparable, que se notó en las economías de los países vecinos, lo cual empezó a crear tensiones y provocar numerosas fugas de capitales, las cuales se acentuaron debido a la globalización de los diferentes mercados financieros internacionales. Esto provocó el pánico en los inversores y acrecentó las presiones devaluadoras sobre el resto de monedas de la zona, las cuales acabaron reduciendo también su valor. A parte de todo esto, la retirada de capitales extranjeros hizo que esta crisis alcanzara dimensiones internacionales. La consecuencia más inminente de esta retirada de capital fue la caída de los valores de la bolsa asiática, lo cual tuvo un fortísimo impacto en la economía mundial. Además, en los dragones asiáticos se redujo ampliamente la exportación de productos a otros países. Aparte de esto, estos países fundamentaron su economía en la deslocalización industrial que empezó en los años sesenta. El aumento del nivel de vida se plasmó en un aumento de los costes salariales, y de ese modo, el que los países asiáticos se vieran muy afectados por el efecto de la deslocalización que les benefició en las décadas anteriores.

              Los países más afectados fueron Malasia, Tailandia, Filipinas, Corea del Sur, e Indonesia, aunque otros países asiáticos, como Singapur y Taiwán sufrieron las consecuencias con menor intensidad. En este periodo, Japón entró en recesión y La India y China no resultaron afectadas. Sin embargo, como se ha ido comentando a lo largo de la explicación, otras regiones del mundo sufrieron también las consecuencias de esta crisis, como son Rusia y América Latina, en la que se vio especialmente afectado Brasil, país en el que se produjo una fuerte devaluación de la moneda.

              En las siguientes gráficas podemos observar las consecuencias de la crisis de 1997 en las diferentes regiones del mundo. La primera muestra el crecimiento respecto al Producto Interior Bruto de los diferentes países asiáticos implicados en la crisis, y la segunda las pérdidas de otros países del mundo debidas a esta recesión económica.